En eso, Beatriz me señaló un luz en lo alto.
Mas no era una luz,
sino una llamarada, formaba un circulo, como una especie de corona rodeando a
una estrella.
Escuché la melodía
que más dulcemente se haya podido escuchar en laTierra.
Habíamos llegado al
Empíreo, o cielo quieto
Luego, oí a todo el
paraíso cantando glorias. Me sentí completamente embriagado.
El sonido penetraba
por todos mis sentidos.
millares de ángeles
la rodeaban,
en los primeros
círculos que visité, los ángeles recibían el nombre de serafines y querubines.
Los que siguieron a
éstos eran aquellos llamados Tronos, dominaciones, virtudes y potestades eran
la ternaria siguiente y cantaban eternamente alabanzas. Principados y
arcángeles componían los penúltimos círculos.
Sin embargo, toda
la corte celestial se hizo visible hacia mis humildes ojos. Sentí una dicha y
una paz que con palabras sería imposible llegar a la más lejana descripción.
Jamás podré explicarte
aquello que ví.
El Empíreo era un
reino tranquilo y gozoso que fijaba su vista en un solo punto.
mis ojos se
llenaron de una felicidad inabarcable.
me giré para compartir
mi felicidad con Beatriz pero ella ya no estaba.
en su lugar un anciano
sonreía alegremente. Le pregunté por mi amada. me contesto que Beatriz lo había
enviado para poder poner fín a mi deseo.
Señaló una luz
entre las millones que refulgían.
La ví
Beatriz estaba
ocupando su lugar, en el trono sagrado
Mi viaje estaba
concluyendo, lo hacía de un modo increíble, jamás imaginado, una intensidad superior
a un millón de soles se encendió ante mí.
Mis ojos jamás
hubieran podido soportar semejante luminosidad.
El anciano tapó mi
vista con sus manos. Me preparó para que pueda contemplar la divina visión.
Oh! luz suprema!.
Mi osadía hizo que me
uniera al poder infinito!
Vi la luz en su
profundidad!
Vi como todo el
universo se une por la gracia del amor!
Todo lo cuanto hay
en el universo unido no era más que una pálida luz frente a este rayo cegador!
Vi la forma
universal de todo este nudo!
Ahora lo recuerdo!
Y una alegría
inmensa embarga mi alma!
El efecto de esta
luz era tal, que nada podría desviar la mirada de ella.
Todo el bien se
encierra en la luz, contenía todo lo perfecto, fuera de ella solo existía lo defectuoso.
En su profundidad
pude distinguir tres círculos en una sola dimensión.
Es imposible
describirlo, no existen palabras para hacerlo.
Todo en el lenguaje
del hombre es poco, frente a lo que pude observar.
Mi vista estaba
fijamente en él.
Poco a poco empezaba
a clarear, los signos se hacían más y más poderosos, todo el paraíso estallaba
en éxtasis, sentí que moriría en cualquier momento, era demasiado, conocería el
secreto de todo y de todos, las preguntas que el hombre se venía haciendo a lo
largo de la historia de la humanidad me serían reveladas. Oh luz infinitamente grandiosa¡
Luz eterna que solo
tu puedes comprenderme!,
la luz se abría,
estaba a punto de ver el origen y el fin de todo!
La divina esencia!
Más, mi fantasía no
pudo más
Y en el preciso momento
en que la claridad se abría paso,
La visión concluyó
y desperté a la vida terrenal.
Paraíso. La Divina Comedia. Dante Alighieri
Bajo la forma,
pues, de blanca rosa,
Se me mostraba la
milicia santa
Que con su sangre
Cristo hizo su esposa
Más la otra, que volando
mira y canta
al esplendor de
aquel que la enamora,
y a la inmensa
bondad que la levanta,
cual multitud de
abejas que se enflora,
una vez y otra vez
torna afanada,
donde su miel
dulcísima elabora.
Dans la forme, puis, Rosa Blanca,
Si je l´ai ontré Milicia de Santa
Ce avec son sang du Christ est devenue sa femme
Mais l´autre, qui chante et regarde voler
que la splendeur de l´amour,
est la grande bonté des ascenseurs,
quels beaucoup d´abeilles si enflora,
une fois et encre une fois elle devient penché,
il prépare où son doux miel
Dans la forme, puis, Rosa Blanca,
Si je l´ai ontré Milicia de Santa
Ce avec son sang du Christ est devenue sa femme
Mais l´autre, qui chante et regarde voler
que la splendeur de l´amour,
est la grande bonté des ascenseurs,
quels beaucoup d´abeilles si enflora,
une fois et encre une fois elle devient penché,
il prépare où son doux miel
Bernard de Clairvaux
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